Hola:
Dicen los de la Feria del Libro del Palacio de Minería (que inicia el 22 de febrero, en Mèxico, D.F.) que las efemérides son importantes, “pues rescatan del olvido a notables literatos”, eso me anima a seguir haciéndolo en este espacio.
Hoy es aniversario de Charles Dickens, que nació en 1812. Aunque fueron muy populares Los papeles del club Pickwick, “ entre sus obras más representativas se encuentran Casa desolada (1853), La pequeña Dorritt (1857) y Grandes esperanzas (1861). Los lectores del siglo XIX y de comienzos del XX apreciaban más las primeras obras del autor, por su sentido del humor y su trasfondo trágico. Pero, aún reconociendo las cualidades de esta narrativa temprana, los críticos literarios de hoy en día sitúan por encima de ella a las obras de madurez, por su coherencia formal y su aguda percepción de la condición humana”. EPDLP
Y haciendo caso de las recomendaciones de Nabokov, a sus alumnos cuando escribe: “Todo lo que tenéis que hacer al leer Casa Desolada es relajaros y dejar que sea vuestra espina dorsal la que domine. Aunque leáis con la mente, el centro de la fruición artística se encuentra entre vuestros omóplatos. Ese pequeño estremecimiento es la forma más elevada de emoción que la humanidad experimenta cuando alcanza el arte puro y la ciencia pura. Rindamos culto a la médula espinal y a su hormigueo. Enorgullezcámonos de ser vertebrados, pues somos unos vertebrados en cuya cabeza se posa la llama divina. El cerebro no es más que la prolongación de la médula: pero el pabilo recorre toda la vela, de arriba abajo. Si no somos capaces de experimentar ese estremecimiento, si no podemos gozar de la literatura, entonces dejemos todo esto y limitémonos a los tebeos y a la televisión. Pero creo que Dickens demostrará ser más fuerte”. Vladimir Nabokov, Curso de Literatura Europea, Ediciones B, 1997.
Les mando un fragmento y les comento que si optan por la televisión, se está pasando en una miniserie los sábados a las 19 horas en el canal 22, El Canal cultural mexicano.
CASA DESOLADA
" La gata se ha retirado hasta la puerta, y está gruñendo; no a ellos, sino a algo que hay en el suelo, delante de la chimenea. Queda muy poco fuego, pero hay un vapor denso y sofocante en la habitación, y una capa grasienta y oscura ennegrece las paredes y el techo. La chaqueta y la gorra del viejo están colgadas en una silla. El cordón rojo que ataba las cartas se encuentra en el suelo, pero no se ve papel alguno, sino sólo una masa negra y desecha en el suelo.
-¿Qué le pasa a la gata? -dice el señor Guppy- ¡Mírala!
Avanzan despacio, observando todos los objetos. La gata sigue donde la encontraron, gruñéndole a algo que hay en el suelo, delante de la chimenea, entre las dos sillas. ¿Qué es eso? Levanta la luz.
Aquí, en el entarimado, hay un pequeño rodal quemado; aquí están las cenizas de un puñado de papeles, aunque menos livianas de lo normal; parecen impregnadas de algo; y aquí están... aquí están los residuos de un pequeño tronco carbonizado y hecho trozos, salpicado de cenizas blanquecinas; ¿o será carbón? ¡Horror; está aquí!, y aquello de lo que huimos, apagando la luz, derribándonos el uno al otro apresurándonos para salir a la calle, es cuanto queda de él.
¡Socorro! ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Acudid a esta casa, por el amor de Dios!
Son muchos los que acuden, pero nadie puede hacer nada. El lord canciller de este tribunal, fiel a su título en su último acto, ha tenido la muerte de todos los cancilleres de todos los tribunales, la de todas las autoridades de todos los lugares, cualesquiera que sean sus nombres, donde se cometen fraudes y se hacen injusticias. Llame su señoría a la muerte con el nombre que quiera, atribúyala a quien le apetezca, o diga que podía haberse evitado de alguna manera: es siempre la misma muerte; innata, congénita, generada en los humores corrompidos del mismo cuerpo depravado, y nada más. Es la Combustión Espontánea, y de ninguna otra muerte ha podido morir. "
Y de un poeta estadounidense, de origen ruso, Joseph Brodsky, les mando
CUANTO TIEMPO HE ANDADO
" Cuanto tiempo he andado taconeando por ahí se puede ver en mis talones.
Tampoco se puede sacar la telaraña de mi frente con un dedo.
Mas, lo que es grato en el ruidoso kikirikí
es que suena igual que ayer.
Pero un pensamiento negro tampoco puede ser mantenido en su lugar,
como el mechón de cabellos que cae oblicuamente de mi frente.
Y ahora no puedo soñar con nada, para existir menos,
para venir y pasar menos a menudo, para no obstruir
el tiempo. La parte pobre de la ciudad a través de la ventana
ofende mi vista, para que a su vez,
memorice al inquilino por su cara y no
por la manera que piensa, el lado opuesto.
Y dando vueltas en el cuarto como un shamán
enrollo como una madeja de lana
en mí mismo su vacío, para que mi corazón
pueda saber algo de lo que Dios sabe. "