Friday, August 29, 2008

declara que el mundo es una actividad de la mente

Hola:

Hoy, una máxima de Samuel Becket que George Steiner hace suya en una entrevista reciente

"Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor".

Y este poema de Borges.

AMANECER

En la honda noche universal
que apenas contradicen los faroles
una racha perdida
ha ofendido las calles taciturnas
como presentimiento tembloroso
del amanecer horrible que ronda
los arrabales desmantelados del mundo.
Curioso de la sombra
y acobardado por la amenaza del alba
reviví la tremenda conjetura
de Schopenhauer y de Berkeley
que declara que el mundo
es una actividad de la mente,
un sueño de las almas,
sin base ni propósito ni volumen.
Y ya que las ideas
no son eternas como el mármol
sino inmortales como un bosque o un río,
la doctrina anterior
asumió otra forma en el alba
y la superstición de esa hora
cuando la luz como una enredadera
va a implicar las paredes de la sombra,
doblegó mi razón
y trazó el capricho siguiente:
Si están ajenas de sustancia las cosas
y si esta numerosa Buenos Aires
no es más que un sueño
que erigen en compartida magia las almas,
hay un instante
en que peligra desaforadamente su ser
y es el instante estremecido del alba,
cuando son pocos los que sueñan el mundo
y sólo algunos trasnochadores conservan,
cenicienta y apenas bosquejada,
la imagen de las calles
que definirán después con los otros.
¡Hora en que el sueño pertinaz de la vida
corre peligro de quebranto,
hora en que le sería fácil a Dios
matar del todo Su obra!

Pero de nuevo el mundo se ha salvado.
La luz discurre inventando sucios colores
y con algún remordimiento
de mi complicidad en el resurgimiento del día
solicito mi casa,
atónita y glacial en la luz blanca,
mientras un pájaro detiene el silencio
y la noche gastada
se ha quedado en los ojos de los ciegos
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La ignorancia del sabio. Javier Rioyo. Boomeran(g)
En la entrevista de Juan Cruz a George Steiner- la semana pasada en El País Semanal- se dicen muchas cosas brillantes, inteligentes, divertidas, irónicas y hasta provocadoras. Una delicia leer a Steiner -aunque su último libro, sus libros que nunca escribió, sus alardes eróticos y otras historias privadas no sean lo mejor de su obra- con esa agudeza de vida y obra, con esa máxima que hace suya tomada de Samuel Beckett: "Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor". Un sabio que sabe que no es fácil ni la vida, ni la cultura, pero que merecen la pena.
Hace años en Madrid, en el Círculo de Bellas Artes, me extrañaron sus alabanzas a Harry Potter, su optimismo con respecto a que millones de adolescentes estuviera leyendo ese libro. Ahora se arrepiente, duda de aquello que dijo. No está seguro, más bien todo lo contrario, de que después vayan a leer La isla del tesoro o Los viajes de Gulliver. Se equivocó en su apreciación. Es sabio y reconoce su error.
Los sabios también son humanos llenos de errores, desconocimientos y opiniones discutibles, incluso poco reflexionadas o estúpidas. Habla Steiner de las tonterías que el genial escultor Henry Moore decía cuando hablaba de política. Más o menos las tonterías que George Steiner al descalificar, ignorar, ningunear lo que desconoce. Su ignorancia y menosprecio a la lengua gallega sólo puede ser hijos de su falta de conocimientos. No tiene ni idea y desprecia lo que ignora.
Muchos amigos gallegos, y no gallegos, están enfadados con ese desprecio a la lengua y esa incorrecta información sobre la realidad de la universidad y el idioma gallegos por parte del sabio judío. No hay que enfadarse, creo. Lo mejor sería invitar a Galicia una temporada a Steiner. Un sabio como él, un lector tan agudo, un crítico tan sensible, estamos seguros cambiaría su opinión sobre el gallego y sus cultura. Sobre la escritura en gallego desde Alfonso X hasta nuestros días. No seremos nosotros los que hagamos el escrutinio de la literatura en gallego, pero ahí está.
El Ministro de Cultura, el gallego César Antonio Molina, poeta, ensayista y periodista debería hacer de puente entre esa cultura que conoce tan bien y que tanto desconoce su amigo George Steiner. Que el sabio pruebe otra vez. Que fracase otra vez. Que fracase mejor.

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