Friday, December 22, 2006

Dicen que habita los espejos y quièn se mira Lo mira

Hola:

Para ser redimido hace falta entendimiento. Como el de Asterión. Y eso que nunca aprendió a leer, o será por eso.

Algunos pasamos la vida inventando juegos pero no lo alcanzamos. El entendimiento, digo, por eso nos defendemos como gatos bocarriba.

Hoy, también de Los Conjurados. Y de Borges ¡ Por supuesto !

LA LARGA BUSCA

Anterior al tiempo o fuera del tiempo (ambas locuciones son vanas)
o en un lugar que no es del espacio, hay un animal invisible, y acaso diáfano,
que los hombres buscamos y que nos busca.

Sabemos que no puede medirse.
Sabemos que no puede contarse,
porque las formas que lo suman son infinitas.

Hay quienes lo han buscado en un pájaro,
que está hecho de pájaros;
hay quienes lo han buscado en una palabra
o en las letras de esa palabra;
hay quienes lo han buscado, y lo buscan,
en un libro anterior al árabe en que fue escrito, y aún a todas las cosas;
hay quien lo busca en la sentencia Soy el que soy.

Como las formas universales de la escolástica
o los arquetipos de Whitehead, suele descender fugazmente.
Dicen que habita los espejos, y que quien se mira Lo mira.
Hay quienes lo ven o entrevén en la hermosa memoria de una batalla
o en cada paraíso perdido.

Se conjetura que su sangre late en tu sangre,
que todos los seres lo engendran y fueron engendrados por él
y que basta invertir una clepsidra para medir su eternidad.

Acecha en los crepúsculos de Turner, en la mirada de una mujer,
en la antigua cadencia del hexámetro, en la ignorante aurora,
en la luna del horizonte o de la metáfora.

Nos elude de segundo en segundo.
La sentencia del romano se gasta, las noches roen el mármol.


¿Será ocioso preguntar quién es el romano y cual es la sentencia?

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